SEPTIEMBRE SE MUERE….

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Se muere dulcemente, según la letra de la legendaria canción interpretada por múltiples voces del panorama mundial, destacando en mis recuerdos la versión de José Guardiola, de inconfundible matiz vocal. Este septiembre 2020, nos impregna de superior dosis de melancolía, al trasladarnos de la “alegría” y “viveza” del verano a este nuevo y especial otoño preñado de melancolía y algo más de tristeza que en años anteriores.

La coyuntura sanitaria, inédita para todos, condiciona el ánimo, ya de por si afectado y dolorido. La alegría y viveza del verano la entrecomillamos en párrafo anterior al no corresponderse los sentimientos naturales de dichas expresiones en tal época con la realidad sobrevenida por una pandemia perturbadora y que trastorna mentes y los hábitos de siempre….

Pero la vida continúa, pasó lo que pasó y continúa pasando, y hay que afrontar el presente con perspectivas positivas hacia a el futuro. Según la gramática parda de mi cuñao, “lo seguro es lo comío”, y “sin dudamente” anda sobrado de razón. Mientras cabalguemos y ladren, es buena señal, seguimos en pie, ya lo dijo el Quijote y lo demuestra el cocinero Lara con sus torreznos en tal posición.

Septiembre se muere, con sus raíces secas, con sus racimos verdes. Noveno mes de un año desconocido por su deplorable y luctuosa originalidad.

Treinta días de transición hacia un otoño de uvas maduras y flores silvestres, con el cielo de cobre al anochecer y salpicado de vino, este año más aún, con el tinto por los suelos al reventar un depósito por aquí cerca, en imágenes recibidas por wasap, que lástima, con lo rico que está, qué estropicio, Dios  mío….

Pero ya hemos visto prematuras instalaciones de luces de Navidad, que pa luego es tarde, pero que nos anuncian desde ya la esperanza de un nuevo renacer, desde el veranillo de San Miguel.

La no feria quedó archivada, ni toros ni ná, insólito acontecimiento, dando paso a la vendimia y a los colegios, curso nuevo con medidas sanitarias que garanticen tranquilidad y normal aprendizaje, entre mascarillas, geles, distancias y contienda abierta y permanente frente al coronavirus.

Aprendizaje en la escuela paralelo a la nueva educación social entre adultos en todo lugar. Nueva normalidad, que dicen los políticos, con estricta aplicación en centros públicos, negocios, bebercios e iglesias, la salud es lo primero, y el temor a perderla nos mantiene precavidos. Buen examen, este de Septiembre, para esta nueva sociedad en prevengan ante el invisible enemigo.

Septiembre, otoño de luces amarillentas y fresquito mañanero, que se muere dulcemente dando paso a una nueva vida, que implica nueva ilusión, con perrillo, Coco, que amplia la familia, a pesar de los pesares.

Uno procura estar contento, pese a ser un perdedor. Llegará el invierno, la primavera, el verano…, y se irá el virus, seguro. “La felicidad emerge tras la aceptación de lo que nos disgusta”. Y el lánguido Septiembre, desde nuestro positivismo, dará paso a volver a disfrutar de las cosas sencillas que nos ofrece la vida. Vamos a contagiar alegría, hombre, que de lo otro ya se encargó el covid. Las tormentas no son eternas. Así sea.

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