EMBOZOS Y BOZALES, LA NUEVA NORMALIDAD

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Uno del pueblo

Poco a poco, nos van soltando y nos vamos incorporando a la actividad, quien pueda. Nos volvemos a mover por los lugares habituales, encontrándonos con el personal de costumbre. Funcionarios, empleados, autónomos y empresarios ya encienden motores y lentamente la maquinaria productiva busca el punto óptimo de rendimiento. Pero con distancias. La gestión municipal, por ejemplo, se ejecuta mediante ventanilla única, más bien única ventanilla, con vistas al soportal de la Plaza y amplia panorámica a los pinos, la fuente y el olivo. Unica ventana, en sentido literal, como muestra la imagen que acompaña, ventanilla con su enrejado de hierro, bien maciza, que impone distancia férrea, más allá de la distancia unipersonal. Entre barrotes se tramitan documentos sin opción a discusión como Dios manda entre funcionario y vecino. Eso si que son distancias de seguridad.

Ahora entramos en detalles comunes al personal. Cabelleras rubias y ensortijadas, tal vez mutadas por el bicho, reaparecen con pelo cano y lacio,largo y descuidado, que resulta ser el auténtico, el de verdad, pero sin pasar por el estilista capilar que aporta el color, rizos y toque de salón de belleza. Y es que dos meses, son muchos días. Algunas orejas ya se van transformando en “orejas de soplillo” como consecuencia de la tirantez de las gomejas ancladas en la ternilla del pabellón, hay que llevar mascarilla, son tiempos nuevos y habrá que adaptarse a la coyuntura. Mascarilla blanca, celeste, negra… combinadas con detalles, iconos variados, desde motivos infantiles hasta banderas nacionales dentro de poco la mascarilla lucirá publicidad. Mascarilla y oro, mascarilla y azabache, para cuando se pueda ir a los toros. Cuando volvamos al fútbol y cantemos un gol, como sonará  con la mascarilla puesta? Y las palabrotas e insultos al árbitro, sin que se identifique al exaltado de turno…, y los pitos como sonarán en el estadio, cómo se sentirán…? Amos, amos ,amos, qué mundo nos espera, la nueva normalidad;

Podrás reñir en la cola del exterior del banco, con distancia interpersonal, sin ser reconocido, pero con las manos muy límpias, eso si, hay que lavarse mucho y llevar siempre el tapabocas bien puesto, desde nariz hasta barbilla, ambas inclusive, con vía libre para insultar en las colas sin que se sepa que eres tú, pero guardando distancias de seguridad, como buen ciudadano, consciente y ejemplar. Bueno será ingeniar insultos con gestos, como los nuevos saludos, si bien el más recurrido entre enmascarados sería el del antebrazo flexionado hacia arriba, con apretón en el bíceps con la mano del otro brazo, fácil de traducir desde la distancia segura recomendada por los expertos virólogos.

A todo esto, en múltiples ocasiones no sabes a quien saludas, la careta de tela nos cambia la faz, no vemos con nitidez al vecino o conocido que viene de frente, y como uses gafas peor aún, el empañado crónico no te deja verlo claro, máxime en los casos en que además de la cabellera le ha cambiado la silueta, se nota quien ha calmado la ansiedad carcelera con las visitas a la nevera, las pintas ya no son las mismas, que risión , qué porte, lorzas abdominales de difícil disimulo, al cruzar el saludo reconoces la voz y mascullas válgame la Virgen Niña, qué bien le ha sentado el confinamiento… Y sin abrazos, ni gestos efusivos de cariño físico, sólo afectos y carantoñas como los mimos, lenguajes de signos.

Y sin olvidarnos de los guantes de látex o nitrilo, con protección para el bicho, ahora con la calorcica, la piel de las manos recocía y con cabrillas….

Hay que evitar el cruce de sintomatologías, limitando contactos, los tríos, salvo que se guarden distancias, sólo se podrán hacer a un tercio; y con repelús para entrar a la taberna, con lo rico que está, pero cualquiera se arriesga a compartir un chato con distancia preventiva, resultando que al tercer vaso crece nuestra moral, nos enfrascamos en diálogo de barra terminando abrazándonos a la cuarta toma, pago yo, y celebrando que seguimos al pie del cañón y que el Madrid es el mejor…

Ya se van viendo morros blanquecinos al no darles el sol, quedando la marca como la del zorro o los bandidos del Oeste. También van en aumento las mascarillas de hocico prominente, con respirador bucal, para los más pendientes, con guiño al planeta de los simios, pero seguro que poco a poco irán marcando moda, con estilos y diseños a gusto del confinado, mascarillas obligatorias con tendencia fashion. Carnaval prolongado, mascarilla bien encajada, cual disfraz para engañar al bicho, ay que no me conoces, cabrón.

Nueva normalidad a la que hay que ir acostumbrándose. Bolsas biodegradables para hacer la compra, pero homologadas, si no, buena es la de todos los días . También valen las chivatas. Y si nos hacen un test o un pcr, procuraremos sacar buena nota y aprobar que si no, hay que repetir. Pero que no cunda el pánico, que de tó se sale. Con embozos y bozales, la nueva normalidad.

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