BARES, QUÉ LUGARES…

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Uno del pueblo..

…tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar…, amor fraternal, afecto entre humanos, que cantaban los de Gabinete Caligari, allá por los ochenta.

Es la hora del aperitivo, la hora de salir a echarnos unas cañas, de ir un ratico a beber vino a la taberna, cuando escribimos este articulo que nos está contagiando de añoranza, nostalgia por el bar. Y es que pasamos mucho tiempo de nuestra vida en el bar, en los bares mejor dicho. Allí practicamos vida en sociedad, disfrutamos, discutimos, disparatamos, creamos unión entre personas, amigos parroquianos en general, taberneros, maitres, camareros, proveedores de la tasca, invitados de ocasión… , en ambiente único, más allá del vino, la cerveza, el vermút o el capricho de tapa o picoteo con que nos sorprenda el mesonero…

Declaramos nuestro amor por el vino, un buen chato de airén, -el que a este mundo vino y no bebió vino, a qué coño vino-, con su tapita de tortilla de patata jugosa. Mientras el tabernero ojea el As, degustamos el piscolabis con toda la parsimonia del mundo, a la vez que se conversa acerca de la sequía nociva para Las Tablas o el gol fallado por Benzemá, sin olvidar la gran faena de Luis Miguel Vázquez a su primer Victorino en Daimiel en tiempos atrás. Vinos de La Mancha, Ribera o Rioja, el preferido de cada feligrés, junto al amarguillo sabor, único e inconfundible de la cerveza bien tirada, con ángulo de cuarenta y cinco grados, llenado de la caña en sus tres cuartas partes y el resto coronado hasta la cima por espuma, que fluye de modo mágico al situar en vertical el vaso respecto al grifo, con cholrritones rebosantes del burbujeo espumoso, cerveza fresquita, cuyo primer trago no tiene ni admite comparación alguna, momento estelar de la reunión…

Que lo puedes tomar en casa…? Pues si, pero amigo Sancho, no es lo mismo, en el bar sabe mejor. Olores y sabores entremezclados, conversaciones y murmullos que sólo acontecen en bares y tabernas, con nivel de decibelios como Dios manda, ese duendecillo que nos hace sentir a gusto fomentando amistades y conociendo más a las personas…, la vida misma se manifiesta en el bar. Paliques sobre fútbol, política, medioambiente, trabajo, enseñanzas y aprendizajes espontáneos entre usuarios de modernos móviles…, hasta el bar del tanatorio, cobijo de malos tragos, es reparador rincón en los momentos del adiós.

Qué decir de los bares de copas, con horarios nocturnos y decibelios desmedidos para escuchar música, de escasa eficacia como medicina del alma, en ambiente que tonifica amistades, con ginebra o con ron, consumo de combinados con alcohol, vamos lo que viene siendo un cubata, pero que también amparan un modo de relación social entre los de mediana edad.

Lo cierto es que transcurren momentos importantes de nuestro día a día entre las paredes del bar, momentos serios, otros divertidos, en ocasiones felices. No es necesario permanecer en la tasca “bebiendo hasta perder el control”, que dirían Los Secretos, pero el “puntito” del vino resulta ideal para la reflexión, descubre el fondo filosófico del bebedor, influye de modo claro para el uso de la palabra, con pasmosa facilidad a partir de la tercera toma. El vino es amigo del sabio, administrado con tino y justa medida. “El vino consuela a los tristes, rejuvenece a los viejos inspira a los jóvenes y alivia a los deprimidos”. No se le puede pedir más al invento de Noé.

No hay que darse a la bebida, pero la vida misma fluye cerca de la barra de un bar, el bar nuestro de cada dia. Torreznillos de mis entretelas, cañas y vinos, chácharas sabrosas, hábitos  saludables, sostenibles – y si no, te “apescas” en la barra-, antibacterianos…. cuando os volveremos a retomar…?. Dicen los optimistas que la cosa pinta, como mínimo, ahí  por lo mediano. Como echamos de menos “esas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas”, que cantó Serrat, y nosotros creíamos nos correspondían porque si, teníamos derecho de pernada heredado sin más…. , qué importancia damos ahora a las cosas simples que no hemos sabido valorar en nuestra anterior vida, tomar unos vinos rodeado de tu gente…

Las severas normas de distanciamiento social, impiden que volvamos a nuestros bares de momento, pero ya falta menos para el retorno. Imploramos, y damos gracias al cielo a la vez, para que se produzca pronto el reencuentro de todos en el bar nuestro de cada día.  Se echa de menos el calor del amor en un bar. Gabinete Caligari dixit.

Que sea este artículo un brindis por nuestros habituales: El portón, Escusa, Malacara, La cochera, Enosentidos, Las Tablas, Piscis, La Posada, Rufi, Santi, La sede, La Parra, Las Brujas, Casa Julián, La Parada, Egalité, El Torillo, La Clave,…. Todos los bares de Daimiel!!!

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