LA VIDA ES UNA TÓMBOLA…

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Uno del pueblo.

…. de luz y de color , en la que mucho o poco, todos participamos , a veces ganando, a veces perdiendo , pero mirando siempre a través del color del optimismo terminamos por aceptar nuestra suerte. Es en estos días luminosos de  Carnaval cuando una representación infantil no s ha sacado una sonrisa tierna, con el espectáculo andante de una tómbola repleta de muñecas ,niñas de carne y hueso , con chupete y peluches, colocadas ordenadamente en sus vasares , todas diferentes y a cual más simpáticas , que por cierto obtuvieron un premio , cosa nada extraña dada la ingeniosa idea  y la encantadora puesta en escena, temática repetida el día del rio , la tómbola palancana, esta vez parodiada por adultos, con la satisfacción del gran publico espectador por todo de Daimiel, que acompaña , disfruta y aplaude las ocurrencias carnavaleras; La climatología también colaboró, para que niños y adultos actuantes, coordinadores , charangas, chirigotas, comparsas y máscaras guarronas se lucieran en los brillantes desfiles de este carnaval 2020. 

El Carnaval extrae del personal todo tipo de ideas jocosas, algunas ingeniosas, otras disparatadas, todas divertidas, pero por encima de disfraces o inventos se adivina personalidades y talentos ocultos que afloran detrás de la máscara, en ocasiones el propio rostro maquillado con sutileza y originalidad, sin necesidad de antifaz ni careta que oculte complejos. Comparsas , murgas , chirigotas  , grupos de amigos , carrozas, cachondos habituales…, fotos para el recuerdo, letrillas burlonas , estrafalarios fondos de armario para atuendos anárquicos de máscaras guarronas , ácratas de la moda…., mucha intensidad en las celebraciones de hogaño con masiva participación de niños , jóvenes y veteranos , reivindicaciones para Las Tablas, – esto sin broma,- Eladio Aguirre relevando a “la Conchi”, como “Mascara guarrona 2020”, recuerdo a Emilio Nuñez de Arenas , alma carnavalera, que aunque se fué sigue estando, “carnaval muy vivo” en palabras de Leo , nuestro Alcalde.

Disfraces que critican, vestimentas irónicas o mordaces para transformarte en aquello que te hubiera gustado ser y no fuiste… una gran fiesta a pie de calle, con coreografías gigantescas, luz, color y potencia musical, con cientos de implicados, artistas anónimos que representaban con gran decoro a sus asociaciones carnavaleras, todos ellos actuando sobre la marcha del cortejo y poniendo en el escenario del asfalto escenografías de gran personalidad y complicada ejecución.

Algunas de estas personas llegan a formar parte del alma carnavalera de Daimiel. Con su presencia bajo el camuflaje de turno, reafirman las carnestolendas “chuchas” añadiendo un poso de clasicismo, autenticidad y tradición, que desde tiempo atrás ha forjado este singular ambiente entre “chuchos” y “borregos”.

Y algunos, como Juan y Charles, Moya y Chaplin, fundidos en el mismo disfraz de “Charlot” cada zdía, ante la vida, no es necesario que sea carnaval. Este personaje estandarte del carnaval daimieleño, no necesita la máscara para encubrir a un -posiblemente- gran actor cómico desaprovechado, – o no-. Juan José Moya Madrid no libera tensiones bajo ninguna careta. Simplemente sitúa en el escenario de la calzada al personaje, individual o grupal, que ha ideado en su genial cerebro entre la mofa, el regodeo y el puro cachondeo, todo a pecho descubierto, no necesita liberación de nada. Un persona normal, que tiene algo especial propio de los genios, a quien este año le ha faltado el compañero fijo, fraternal, legendario del Carnaval de Daimiel , que se nos fué, dejando un vacío en la bufonada periódica que cada año representaban ambos en compañía de “Manolito el gordo”, otro clásico de la burla carnavalera.

Nuestro recuerdo desde aquí para el inolvidable Emilio Nuñez de Arenas, “Emilio el bombero, a cuya memoria se dedicó el baile temático “Bomberos y Espeleología”, reservando Moya su habitual vestimenta del “Poli Charlot”, enfundándose en este 2020 en el atuendo de bombero. Emilio ha recibido un mensaje de afecto entrañable de su pueblo y los suyos allá donde esté, lo más probable disfrutando en la gloria de un carnaval eterno. En la gran tómbola de la vida nos tocó en suerte tenerle , conocerle y convivir con él. Gran premio. Mejor, premio gordo.

La tómbola premia, la tómbola regala, y la vida es un carnaval que en el mes de febrero, melancolías aparte, nos regala sin necesidad de echar en la tómbola, días de jolgorio, chanzas y diversión , con disfraz , careta o maquillaje transfigurador, pero siempre con la ausencia del disfraz de la indiferencia. Las carnestolendas daimieleñas, no dejan indiferente a nadie.

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