Conversación I (Daimiel y yo)

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José Pozuelo

-¡Qué soberbia de título! Oiga, que ni siquiera ha publicado y ya insinúa con ese I que habrá más. ¿Quién se cree que es?

-¡Yo no creo nada! Cierto es que siendo la primera puede causar impresión, de la misma forma que al zambullirse en el agua, pero verá que al poco se acostumbra. Seguiré un poco más así, a bocajarro, ya casi está usted dentro….

-Pero es que en el pueblo no hay nada…

Frase recurrente entre los jóvenes.

Y ¿Qué esperan encontrar ahí fuera? Pues, lo demás, todo. La promesa de un futuro mejor, el ritmo desenfrenado, las emociones fuertes, la música alta y los edificios también, la masa en la que se disuelve uno hasta ser anónimo, las opciones, muchas opciones, más, ¡MÁS!

Pues no señores míos, yo digo ¡MENOS! Pero no se apresuren en juzgar todavía.

El caso es que existen varios niveles de vida, todos ustedes habrán podido comprobarlo. No me refiero aquí al plano económico, si no podríamos decir al experimental, referido al resultado de lo que uno experimenta. Pues bien, por poner un ejemplo claro, se podría decir que hacer el amor con una bella muchacha es vida de división de honor, mientras que cuando el despertador suena para ir al trabajo antes de salir el Sol apenas es vida. A primera vista esto es innegable. ¡Pues niéguelo! Convénzase antes de que sea tarde. Vida solo hay una, indivisible, sin nivelación, sin compartimentos… ¡VIDA!

Lo que sí hay son distracciones. Miras unos segundos a tu teléfono y se te ha escapado. Sube la música, que no quiero pensar en ello. Algo me duele por dentro, quizá si salimos de marcha… ¡ya sé, me compraré algo!

No. En algún momento, la música para, el baile se acaba, las tiendas cierran o el cuerpo no da para más y la vida te alcanza de nuevo. ¡La misma que la del pueblo! ¿Cómo es posible, con todos los kilómetros que recorrí para dejarlo atrás?

Sólo los que están atentos descubren que tiene más fuerza la quietud que el desenfreno, que muchas luces de noche ciegan más de lo que dejan ver, que hay más vida en la naturaleza del campo abierto que en cualquier otro lugar. Que huyeron de la vida, tratando de buscarla…

Es por eso que digo menos. Que busco menos y gracias a mi pueblo sé dónde buscar para ser más. Es por eso que si este tipo de contenido resulta de interés y nos da a todos que pensar, llevaré estas conversaciones a ese espacio de soledad que habita en todas las cosas y dentro de uno, sin el cual ningún cuestionamiento serio es posible.

Sí, sí, no he confundido el nombre, pues conversaciones son. ¿Con quién? ¡Pues con todos ustedes!, con mi tierra, con mi gente y conmigo, sea quien sea ese.

Sepan que en el rato íntimo de nuestra charla nadie nos va a juzgar, así que piense sin miedo. ¡Pero piense! Y emociónese cuanto pueda. ¡No lo posponga, se lo ruego! Cuando vea a su hermana, bésela, podría ser la última vez… nunca se sabe. Con esta certeza en la incertidumbre, al salir a la calle, doy gracias; cuando me tienden la mano, doy gracias; ¿Y cuándo me desprecian? ¡Pues muchas gracias también!  Esté donde esté, eso no es tan importante.

Quizá sí que elegí un título soberbio y nunca vuelva a hablar aquí con ustedes… Aún con todo, gracias y disfruten del lugar donde menos, es más.

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8 comentarios

  1. Pablo Moreno en

    Felicidades por esta conversación en la que menos es también más. ¡Espero que podamos seguir conversando! Abrazo fuerte.

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